¿Nunca te has dejado embriagar por el sabor de un buen eslogan en Instagram o un tuit tendencia?

Como aquél que proclama la nobleza de la pobreza con un filtro de Valencia y un emoji de puño alzado. Los dirigentes, esos presuntos progres pobres, son los maestros del arte del engaño en 280 caracteres.

Pero no te engañes, no hay más humildad en ser pobre que en ser una lombriz, aunque ambas opciones carecen de atractivo para la mayorı́a.

Aquí está el error de nuestra sociedad española: la de no admirar a genios como Amancio Ortega al nivel que se venera a Obama.

¿Acaso no viste las nuevas colecciones de Zara? ¿No son dignas de alabanza?

Ambos personajes llegaron a la cima por méritos propios. Mientras uno proporciona empleo a miles de personas con dinero de su bolsillo, el otro lo hace con la cartera del ciudadano.

¿Quién es el verdadero héroe aquı́?

La humildad, amigos míos, no se trata de un par de jeans rasgados y una camiseta desteñida. Es aceptar quién eres sin considerarte el próximo Dalai Lama. Porque al final del dı́a, o al caer la noche para ser poéticos, todos vamos a terminar en la misma posición: 3 metros debajo de la tierra. Ahı́ lo dejo.

Aquı́ viene la parte jugosa. El dinero, ese vil papel, esa raı́z de todo mal según los progres de Instagram, no es más que una herramienta. El dinero, como el tiempo, es universal. ¿Y quién no quiere más tiempo?

Si bien el dinero puede servir para alcanzar objetivos, no debemos olvidar que también sirve para llenar piscinas, al estilo del Tı́o Gilito. Pero seamos sinceros,¿no hay más Tíos Gilitos de los que nos gustarı́a admitir? Pues la realidad es que son mucho menos de los que crees.

¿Y qué hay de las familias que mantienen su riqueza mediante la generosidad?¿Son acaso los villanos de este relato?

Recordemos a nuestro querido Amancio, donante generoso a la Sanidad y otros ámbitos. Y tú ,

¿Cuándo fue la última vez que donaste algo más que un retuit?

Alimentados por las redes sociales y soñando con un sueldo estatal, muchos no ven que es el emprendedor quien crea progreso. Pero,¿y si el verdadero camino del progreso no está en las promesas de los políticos sino en las ideas de los empresarios? Comida para el pensamiento.

Y en este carnaval de riquezas y progres disfrazados de humildes, a menudo escuchamos que el dinero es el arma del diablo. Pero yo pregunto:

¿Entonces crees en el diablo?
¿Y si el dinero es el arma del diablo, eso convierte a cada persona que usa dinero en demonios?

Volvamos a la realidad. El dinero no es la clave para la felicidad. Quienes ası́ lo ven, quizás sı́ sean los verdaderos servidores del diablo. El dinero es un medio para alcanzar la libertad,
¿o acaso prefieres depender de una paga estatal o aguantar a un jefe corrupto?

El dinero puede ofrecer la libertad para ser feliz o lo que tú desees. Porque, después de todo, una vez que eres rico (y recuerda que nunca fue tan fácil serlo como ahora), lo que realmente eres se manifiesta a través de tus riquezas. ¿Eras generoso?¿Eras egoísta? El dinero solo revela quién eres realmente, nada más, ni nada menos.

Entonces,
¿la humildad está en la pobreza y la meritocracia es para los corruptos? Pues no te engañes, en especial si el que te lo dice pasó de aspirar a ser el Presidente de Vallecas a convertirse en el Marqués de Galapagar.

Y ası́, concluimos nuestro paseo satírico por el laberinto de las percepciones sobre la riqueza y la humildad. Nos enfrentamos a la pregunta clave:
¿El dinero es el villano de la historia o simplemente una herramienta incomprendida?

La reflexión final es que no debemos permitir que las ideas preconcebidas nos cieguen a la verdad. La verdadera humildad no reside en el estado de tu cuenta bancaria, sino en cómo te comportas, independientemente de cuántos ceros puedas tener en ella.

Ser rico no te convierte en un demonio, al igual que ser pobre no te hace automáticamente humilde. Lo que importa es lo que haces con lo que tienes, y cómo lo usas para aportar valor al mundo.

Atrévete a dudar