¿Qué implica que algo sea real, querido lector?
Para responder, voy a seleccionar a un grupo de personas, aquellos individuos que son devotos de su racionalidad, que asumen sus pensamientos como el resultado de una lógica irrefutable, te argumentarı́an, por ejemplo, que una silla, en su presencia sólida y contundente, es real y palpable.
Es decir, si ves una silla, puedes ofrecer una descripción objetiva de lo que ves y, no solo eso, sino que otras personas pueden mostrar un acuerdo en dicha descripción y por tanto establecer un consenso en que la silla es real.
Los que se vanaglorian de su racionalidad, aquellos que se ciñen a la premisa cartesiana, solo conceden el estatus de realidad a aquello que, emergiendo del mundo exterior, se somete a una lógica aplastante y la verificación em pírica.
La silla es real porque su existencia es confirmada por la experiencia compartida, una realidad consensuada que no se puede negar.
Podemos estar de acuerdo que el razonamiento es correcto, pero, muy a pesar, incompleto.
Si crees que la realidad es lo que puedes tocar o comprender, prepárate, lector, porque la trama se complica.
¿Y si existiera algo más real que lo que uno puede ver y explicar con la lógica aplastante?
Vamos a denominarla una META REALIDAD, una idea que ya no solo transciende el reino de la racionalidad sino de nuestra parte consciente. Algo que no se encuentra, pero está ahı́ y, más importante, no te puedes librar de ello, un poco como la muerte.
Para que veas el concepto de la META REALIDAD sin usar tus ojos, te propongo el siguiente ejercicio.
Recuerda a ese íntimo amigo, aquel amor, esa alma gemela que te arropaba en un manto de serenidad, alegrı́a y comprensión.
No eran las horas, sino los momentos compartidos los que tejı́an el vínculo; momentos íntimos donde compartı́as tus inquietudes, sueños e incluso trivialidades, hallando una rara y preciosa sinergia.
Con ella, te sentı́as exultante de vida.
Pero ahora, lector, sumérgete en el escenario de la traición.
Esa misma persona, conocedora de tus secretos más oscuros, empieza a contárselos a desconocidos por mera diversión.
Te das cuenta de que fuiste un peón en su tablero, el objeto de burlas una vez dada la espalda. O puede que de un dı́a para otro desaparezca. O a lo mejor solo mostraba esa cara bonita para aprovecharse de ti.
Todos conocemos la traición. Tiene tantas caras como Medusa pero sabes de lo que te estoy ha blando.
Incluso lo más probable es que no tengas que imaginar sino más bien recordar.
Es posible que esta historia te resuene, que hayas navegado por esta tempestad de deslealtad. No apartes esa memoria, ese sabor amargo de la traición. Con ella en mente, reflexiona sobre lo que vendrá a continuación.
¿Qué es más real, esa traición o la silla?
Esto, querido lector, es una META REALIDAD.
La traición, ese fenómeno inasible, desafı́a la razón. No admite una descripción certera, pero su dolorosa realidad eclipsa la certeza de una silla. La conoces, la sientes, pero no puedes entenderla ni dar explicaciones racionales de su existencia.
Por tanto, cabe la posibilidad de que tu mayor realidad se encuentre en lo que no entiendes.
¿Y dónde podemos encontrar aquello que no entendemos?
Si te soy honesto, no lo sé , pero yo prestarı́a atenció n a tu sombra y sueños. Ambos tienen un conocimiento y comprensión superior a lo que puedes ver con tus ojos.